¿Qué dirán? ¿Que la sabiduría proviene de la experiencia? ¿Que la verdad la tienen quienes la poseen? ¿Que los jóvenes no deberían ser capaces de soñar y por lo tanto todo lo que dicen se lo considera una deliración? No. Y la respuesta al porqué, es ciertamente que las decisiones más importantes son tomadas a partir de este momento. A partir de siempre; porque justamente como es dicho, nunca es tarde para comenzar a vivir.
Rumbos. Son los días que van y vienen; corren sin permitirse un descanso. Son los sueños que al ver ciertos programas de televisión nos obligan a ansiar con ser deportistas, actores, cantantes, pilotos, veterinarios. Hasta que de repente la realidad nos es revelada y el mundo ya no se trata de juegos y diversión, sino, que de un momento tras otro se torna en dificultades cada vez más difíciles de superar.
Aquellas decisiones que alguna vez se encontraban lejanas, y ahora están tan cercas que no sabemos realmente qué camino seguir. El hecho de reflexionar en qué consistirá la vida, sobre qué se basará, y cómo será posible alcanzar esa meta que, a pesar de haberla planeado con extrema emoción y anticipación, alguna vez dudamos de ella. Nos preguntamos, ¿nos proveerá dinero? ¿Superaremos todas nuestras expectativas y seremos capaces de adueñarnos de aquel poderoso concepto al que todos llaman "ëxito"? ¿Qué sucederá con aquellas personas a quienes amamos y junto a quienes crecimos? Con aquellos amores de la adolescencia a los que debemos dejar partir y dejar en el pasado para poder continuar nuestro camino y aprender a independizarnos de las cadenas que nos mantuvieron encarcelados durante tantos años, que aunque nos cueste aceptarlo, han dado un paso tras otro para que todo sucediera con mayor rapidez.
Realidad y ficción. Realidad y confusión. Realidad y el deseo de no querer avanzar más aunque de corazón querramos hacerlo, para no perder lo que hemos ganado con tanto esfuerzo y valor.
Y sin embargo, justamente de eso se trata la vida: destruir una edificación para construir una mejor, aunque la base esencial de nuestro rendimiento sea la misma. De seguir intentando, de tirar aquella gran roca que aparenta estorbar con simpleza nuestro camino, para luego econtrarnos con otra, superarla, y luego con otra, y así llegar hasta el final.
El final que marca un nuevo comienzo junto a quienes vale la pena vivir.
EsKritores
miércoles, 16 de septiembre de 2009
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